domingo, 23 de mayo de 2010

Capitulo Segundo -2

El vehículo se detuvo en seco, mientras que el Sargento nos hacia indicaciones para que bajáramos.
Uno a uno todos los soldados se colocaron el casco (todos ellos con cámaras) y agarrando su Hk reglamentaria fueron desapareciendo, suspire mientras ladeaba mi cabeza unos segundos, me coloque el casco y baje del camión.

Arena, desierto, pequeños trozos de arena golpeaban mi rostro, mire hacia alrededor para observar la situación, delante de nuestro vehículo se encontraba el Uro, aquel monstruo militar contaba con una ametralladora pesada acoplada que podía ofrecer una devastadora potencia de fuego, recuerdo haberlo visto en funcionamiento un par de veces, una autentica maquina de destrucción. A su lado se encontraban dos soldados uno de ellos era el Cabo Lorenzo, había tenido la oportunidad de servir en su mando en varias ocasiones, un buen hombre.

El Sargento se dirigió hacia el Uro, concretamente hacia Lorenzo y ambos intercambiaron palabras.

-Algo no va bien – Rodríguez me dio un ligero codazo para llamar mi atención
-A que te refieres – conteste mientras mis ojos seguían puestos en los oficiales
-Fíjate – el soldado me señalo un jeep militar que se encontraba a pocos metros de la entrada de un pueblo Afgano

Al principio no le di importancia a ese descubrimiento, pero inmediatamente me di cuenta de la realidad de la situación, no había nadie, los ocupantes de aquel vehículo no estaban.

La entrada del pueblo mostraba una serie de edificaciones de piedra, ladrillo y hormigón, casas pobres, como la mayoría de aquellos pueblos alejados de las zonas urbanas, caminos de piedra y arena, algún pozo que les suministraba agua. Intentábamos ayudar a aquellas personas, edificando edificios, enviándoles suministros médicos y de alimentación pero los Talibanes eran una amenaza presente.

El Sargento volvió hacia nosotros

-Bien, seré franco con ustedes, desconocemos el porqué el equipo que se encontraba vigilando la entrada del pueblo no se encuentra en su posición, pero esto no augura nada positivo.
-¿Talibanes?- interrumpió un soldado afroamericano con expresión de ira en sus ojos
-No lo sabemos, lo único que puedo decirles es que a las 15:24 una patrulla de reconocimiento, que hacia un control rutinario fue detenida por un vehículo civil en busca de ayuda, al parecer había altercados en su población – el sargento comenzó a andar de un lado a otro mientras nos miraba--. La amenaza era de nivel inferior así que la patrulla procedió a ofrecer ayuda tras comunicarse con la base- el sargento hizo una pausa carraspeo y volvió a mirarnos--. A las pocas horas recibimos un informe de altercados civiles por parte de la población Afgana y de posibles muertes entre ellos, en un altercado uno de los soldados resulto herido e inmediatamente procedieron a pedir ayuda adecuada para calmar la situación.

Se respiraba un ambiente de tensión, dos buenos soldados estaban en paradero desconocido tan solo por ayudar a una población un tanto alterada, todos pensábamos en lo peor pero la voz del teniente nos devolvió la esperanza.

-No vamos a permitir que nuestros hermanos se lleven todo el merito en esta misión, así que vamos a encontrarlos y llevarlos de nuevo a casa, y a exigirles una buena explicación por no permanecer en su puesto de control, estamos- un grito unísono de afirmación exclamo en el ambiente.

El teniente eligió a un grupo de soldados para encabezar la misión, mientras los demás permanecíamos en la entrada del pueblo, supervisando la operación, o por si los soldados volvían a su vehículo.

Quedábamos en la retaguardia el cabo Lorenzo que se encontraba dando órdenes y visualizando un monitor con las cámaras de los soldados, el conductor del Uro, un soldado que venia en el camion y yo.

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