martes, 25 de mayo de 2010

Capitulo Segundo -3

El tiempo se hizo extremadamente largo y pesado, esperando escuchar buenas noticias, una voz que nos dijera que habían encontrado a aquellos chicos y estos estuvieran sanos y salvos, que la situación ya se hubiera calmado en aquel poblado, estaba sudando, esperando cualquier noticia.

Me acerque hacia la posición de Lorenzo, este no paraba de chapurrear con los cascos frente al monitor que tenía delante, pude observar como pequeñas ventanitas salían en la pantalla del mismo, cada una perteneciente a los soldados que formaban el grupo de rescate.

-Un momento, soldado Javier deténgase…gire un momento…un poco mas…ahí quieto, enfoque esa puerta…

La cara de preocupación del cabo hizo que me acercara hasta colocarme a su altura, había aumentado el tamaño de visualización de la cámara de uno de los soldados en la pantalla, esta mostraba una puerta con agujeros de bala, munición a su alrededor y sangre, pero lo que realmente le llamo la atención fue el cargador vacio de un HK reglamentario, un arma militar del ejército de tierra español, al parecer la situación se volvía cada vez más tensa.

-¡NO SE MUEVA! –, un grito rompió el silencio que se había producido durante unos segundos, Lorenzo aun con los cascos puestos levanto su mirada sorprendido, mi reacción fue prácticamente exacta a la del cabo. Reconocí al soldado que había gritado, era uno de los pasajeros del camión, ahora apuntaba hacia una figura que se hallaba a la entrada del pueblo, esta permanecía inmóvil.

El piloto del Uro se adelanto por el flanco izquierdo apuntando al objetivo, mientras que Lorenzo desenfundo su pistola, me uní inmediatamente a mis compañeros levantando mi fusil a la altura de mi cabeza, mientras tenía en la mira aquella extraña figura.

-Identifíquese –, irrumpió el cabo mientras se iba acercando al objetivo, pero este no decía absolutamente nada- < Identifíquese > -, repitió la misma palabra esta vez en idioma de su tierra.

Recordé como en el ejército nos habían enseñado a chapurrear su idioma, curso acelerado de palabras básicas. La figura seguía sin decir nada pero comenzó a moverse hacia nosotros, poco a poco la oscuridad que le cubría iba desapareciendo.

-¡NO SE MUEVA! –, el soldado amenazaba a la figura pero esta parecía ignorarle y cada vez aumentaba su velocidad, esta vez a la luz del día pudimos distinguirlo. Era un hombre, alto, con el pelo corto, de complexión media, con una camisa blanca rota con manchas rojas, y unos pantalones grises, le faltaba uno de sus zapatos, y apretaba los dientes con furia, sus ojos giraban hacia los lados de un lado a otro, y de su boca salían sonidos incomprensibles, como pequeños aullidos, en una de sus manos portaba un cuchillo con restos de lo que parecía sangre, deduje que era de la misma que llevaba en su camisa

¡BANG! El sonido del disparo golpeo mis oídos dejando un leve pitido, mientras de la pistola del cabo surgía una bala que impactaba rápidamente en la pierna del sujeto, sin inmutarse este siguió avanzando hacia el soldado

-¡SEÑOR!-. El soldado parecía esperar la orden del cabo, seguía apuntando al sujeto que apenas se encontraba a pocos metros, esta vez esgrimiendo el cuchillo.

-¡Abra fuego joder!-. El cabo disparo de nuevo hacia la otra pierna del sujeto, consiguiendo el mismo resultado anterior.

El HK del soldado rugió con furia mientras una salva de proyectiles impactaba en el pecho del hombre haciendo que este saliera despedido con fuerza hacia detrás, cayendo al suelo rodando un par de metros.

Todos nos quedamos en silencio mientras nos acercábamos hacia el hombre, este yacía sin vida en la arena de aquel desierto, me pregunte que le había motivado a atacarnos de aquella forma, porque se había abalanzado contra un grupo de militares armado tan solo con un cuchillo…

-Qué demonios está pasando aquí-, el conductor del Uro miro el cadáver de aquel civil y luego dirigio su mirada hacia el Cabo, pero antes de que pudiera continuar una serie de sonidos surgieron del interior del pueblo, eran disparos, multitud de disparos en rapida sucesion.

Lorenzo corrió inmediatamente hacia el monitor y una muesca de horror cubrió su rostro, rápidamente me dirigí hacia el tan solo para comprobar con impotencia lo que estaba sucediendo.

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